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El “flash mob” o el placer del absurdo
La Vanguardia - 19/08/2003
BEATRIZ NAVARRO
La moda de los “flash mob” es lo último en EE.UU. Ahora, la euforia y la confusión que producen han llegado a Europa a través de Internet. En varias ciudades europeas se ha registrado la aparición repentina de grupos de personas en lugares públicos que realizan una acción determinada y absurda y poco después desaparecen. Esto es, en teoría, un “flash mob”, un nuevo término que podría traducirse como “movilización rápida” o “súbitas multitudes” (“mob” se refiere tanto a multitud como a movilización).

Los británicos llevaban semanas discutiendo el fenómeno en Internet cuando los italianos se les adelantaron y el pasado 24 de julio montaron el primer “flash mob” europeo con una participación de unas 150 personas, según relató “Il Corriere de la Sera”. La convocatoria se propagó por Internet a través del e-mail: la cita era a las siete en punto de la tarde frente a un McDonnalds del centro de Roma. Una vez allí, a la hora indicada, se empezaron a distribuir unas octavillas con las esperadas instrucciones. Minutos después, una multitud de gente se agolpaba ante el mostrador de una gran librería, pidiendo con insistencia libros que no existen a los atónitos dependientes. De repente, la turba rompió en aplausos y se dispersó.

Tras el “flash mob” italiano se han registrado otros casos en varias ciudades de Europa. En Londres, el pasado 7 de agosto, unas 200 personas se dieron cita en una tienda de sofás en Tottenham Court Road para admirar el género, describirlo con devoción, exclamar “¡Oh, qué sofá!” y luego desaparecer. En Berlín, un grupo de desconocidos se reunió para comer plátanos. Las convocatorias cada vez atraen a más curiosos en Estados Unidos. En Nueva York, una multitud surgió de repente en Central Park para imitar el canto de los pájaros. La semana pasada, en pleno Manhattan, cientos de personas aparecieron en una tienda de Toys ‘R’ Us, alrededor de un gigantesco dinosaurio de juguete, para alabarlo con llamativos gestos. Para cuando los dependientes empezaron a llamar a seguridad (quién sabe con qué argumentos), la multitud se había desvanecido.

La clave de todo está en Internet. La primera convocatoria la lanzó en Nueva York, en mayo, un tal Bill, a través de un inocente e-mail que iba a desencadenar una nueva pasión. En apenas cuatro meses, el fenómeno “flash mob” ha evolucionado y en la red se empieza hablar ya de crear “anti flash mobs”, es decir, vaciar de gente espacios públicos para crear una atmósfera fantasma. Ante el temor de que el marketing se aproveche de estas convocatorias, las páginas especializadas (www.cheesebikini.com, por ejemplo) dan recomendaciones muy claras a los partipantes: “No seas borrego”, “evita las compras durante, después y en el camino hacia la ‘flash mob’”.

La intriga se mantiene hasta el último momento tanto entre los participantes, que hasta minutos antes no saben en qué va a consistir su misión, como entre los involuntarios espectadores de tan absurdas escenas. ¿Por qué se hacen? Humor, curiosidad y diversión, sobre todo. Las “flash mob” son deliberadamente apolíticas, aunque hay quien ve una toma de conciencia en estos actos, una venganza contra el orden imperante en la sociedad actual, donde las multitudes son previsibles y ordenadas.

Pero la mayoría de los participantes insiste en que lo hace por pura diversión, otros aseguran que se trata de una nuevo fenómeno social y algunos que es una nueva forma de “art performance”. En España todavía no se registrado ninguna demostración de “flash mob”, pero será mejor mantenerse alerta.
 
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