¿Te lo has planteado alguna vez? ¿quizá seas adicto al alcohol y nunca hayas pensado en ello? ¿estás comenzando a temer que podrías ser alcohólico? ¿cómo saberlo? Hay una serie de factores en los que nos tenemos que fijar para que nos podamos dar cuenta. A continuación os hablamos de ello.
¿Necesitas beber? ¿si no lo haces te sientes mal o tienes un picorcillo por el cuerpo que te empuja a hacerlo? Esa es una primera señal de alarma. Si pasan días sin que llegues a pensar en el alcohol, estás bien, no tienes de qué preocuparte. Pero si piensas en ello de forma habitual mientras haces otras cosas, con pensamientos como «al salir del trabajo lo primero que hago es ir a beber», entonces podrías estar en una situación de riesgo.
¿Cuánto bebes cada día? ¿has comenzado a beber cada vez más? ¿lo que comenzó como una cerveza diaria se ha ido convirtiendo en dos, tres o incluso cuatro? ¿estás dándole más importancia al alcohol que a otras cosas? ¿apartas cosas que eran importantes antes solo para beber ahora?
Son preguntas que os tenéis que formular. Como podéis ver, son muchas preguntas y las respuestas os ayudarán a saber en qué punto os encontráis. Otras señales de alarma incluyen que bebamos para sentirnos mejor, para olvidar los problemas o que perdamos el control de la bebida. O dicho de otro modo, que cuando comencemos a beber ya no sepamos cuándo vamos a parar y que no tengamos capacidad para dejar de servirnos cada vez más en el vaso.
Todavía hay más señales de alerta, por ejemplo que bebamos a escondidas ocultándoselo a amigos y familia o que empecemos a sentir efectos secundarios, como temblor en las manos. Y por supuesto, si nos despertamos y ya tenemos necesidad de beber es muy probable que estemos ante un problema que debamos intentar solucionar lo antes posible.